Paola Gómez Gutiérrez

Por 26 septiembre, 2018Testimonios

Soy Paola, tengo 21 años de edad y mi caso de insuficiencia renal empezó el día 20 del mes de octubre del año 2014, cuando fui a un chequeo en el que tenía varios síntomas de una infección y el doctor me mando con un nefrólogo de Aguascalientes a checarme.

Al estar con el nefrólogo me checó, me hizo estudios de orina y me dio un medicamento en base a polvos para limpiar mis riñones y matar la infección que me ayudarían a estar bien.  Al pasar la semana volví a ir a cita, pero al doctor se le preguntó que si no tendría problemas del riñón puesto que tengo familiares con insuficiencia renal y si era necesario un ultrasonido o algún otro estudio para verificar que mis riñones funcionaran bien, a lo que el doctor respondió que con el estudio de orina y de sangre se verificaba esa enfermedad y el resultado de los estudios era que ya no tenía infección, ni problemas del riñón con lo cual todo estaba en orden.

Después de eso todo era normal hasta el 5 de diciembre 2014 que empecé a sentir cansancio  pero creí que era por falta de descanso puesto que trabajaba en un consultorio médico, brindaba mis prácticas profesionales en un preescolar, la elaboración de mis tareas e ir a clases; el 15 de enero del 2015 empecé con  síntomas de gripa los cuales eran: ojos llorosos, flujo nasal y el cuerpo cansado, me checaron y dieron medicamento por parte de uno de los doctores con el que trabajaba, más sin embargo, el 19 de enero del 2015 empecé con vómito y diarrea por lo cual el doctor con el que trabajaba me dijo que tenía una infección en el estómago, me recetó medicamento para pero no me ayudó de mucho ya que cada día me sentía más mala y decaída hasta que mi papá me observó muy delgada y decidió hacerme un estudio de todo en el que se me hizo dos veces para confirmar el resultado según lo que dijo el químico.  Al checarlo el doctor me mandó hacerme estudio de mis riñones para descartar que yo tuviera riñones infantiles, al ir al ultrasonido, se tenía que tomar bastante agua, pero no pude ya que la vomitaba toda y me lo elaboraron con la que yo aguantara sin vomitar.

Me mandaron a Aguascalientes con el mismo doctor que me había tratado la infección y el día 26  de enero del 2015 al estar con él me checó y observó los estudios en donde me elaboró otros análisis en los cuales me dio la noticia que tenía insuficiencia renal y mis riñones sólo funcionaban un 5% y me comentó que necesitaba un trasplante. Al saber la noticia fue muy impactante y dolorosa puesto que el doctor empezó hablar de lo que costaba y que en mi caso tendría que ser lo más pronto posible. Mis papás hablaron con él a solas, cuando entre el doctor me dio demasiados medicamentos que eran los que necesitaba para establecerme para la operación, en lo cual empezó a brindarnos el conocimiento de lo que era necesario ya que si no se contaba con un donador vivo se tendría que inscribir a la lista del seguro para esperar un turno de algún donador fallecido.

Mi papá se ofreció para donármelo en el que se le realizó una radiografía y salió que tenía un pequeño quiste en el riñón y se descartó como donador, con lo cual mi hermana se ofreció a donármelo. Se elaboraron los estudios para la operación y salió que estaba todo bien para una operación puesto que ambas pacientes nos encontrábamos en perfectas condiciones, pero cada vez yo me ponía más mala y debían pasarme a hemodiálisis a causa de que yo ya no podía caminar así como también me encontraba decaída al no poder comer casi nada. Al llevarme a poner el catéter me puse muy mala puesto que me bajó la presión además de que traía otros problemas, por lo que se tuvo que indicar que pusieran suero para restablecerme un poco.   Al llegar a hemodiálisis el primer día, el doctor indicó que me trajeran jugo de naranja con lo cual me dio diarrea en el que me bajó el sodio y consecuencia de ello me dieron convulsiones muy fuertes puesto que perdía el total conocimiento de mi misma y de los demás.

Las sesiones en hemodiálisis fueron muy agresivas para mi cuerpo ya que me bajaba mucho la presión, tenía temblor de frio en las máquinas, dolores de cabeza y cuerpo a lo cual le ponían medicamento a los filtros que limpiaban mi sangre pero sólo disminuían un poco el dolor. Es por ello que se indicó que mi operación fuera lo más rápido posible.

El 16 de febrero del 2015 a las 4:00 pm se realizó la primera operación de mi trasplante donado por mi hermana en lo cual en la noche estuve en terapia intensiva. No obstante, sufría de dolores muy fuertes en la herida por lo que se me checó y se hizo un ultrasonido así como también otros estudios en la cirugía para observar el riñón en el que se me tuvo que volver a pasar a operación de inmediato. Al salir de ambas cirugías, se estuvo checando todo para observar cómo estaba, pero el doctor no me decía nada de mi operación ni de mi riñón a lo cual yo creía que estaba todo bien. Al pasar el tiempo, se me dio de alta y reposo en casa nada más, pero yo sólo veía a mis papas y familiares tristes por que no se sabía el motivo.

Al ir a otra clínica de hemodiálisis -ya que  mis papás ya no estaban a gusto con el doctor anterior y diversas cosas- el doctor que estaba encargado de los pacientes de la clínica, me dijo que yo había perdido el riñón y me explicó que el resultado que se le había hecho al riñón de mi hermana en donde decía que no tenía rechazo de mi cuerpo, pero tenía trombosis de la vena renal y una infección en el catéter a lo cual se detectó por medio de un hemocultivo y se retiró dicho catéter infectado  y se tuvo que instalar otro para que el proceso de hemodiálisis estuviera en buenas condiciones.

Al estar en la clínica de hemodiálisis, fue un cambio repentino en mi vida ya que cada vez me reponía más tanto en el aspecto físico como en el aspecto emocional. Cabe resaltar que en la clínica contaba con una nutrióloga, doctora que me checaba en todos mis avances, con una enfermera que llevaba mi control de peso, músculo, agua acumulada y con laboratorios mensuales. El medicamento que necesitaba era muy poco, pero me ayudaba de tal manera que me sentía muy bien y a gusto; lo mejor era que en la máquinas de hemodiálisis no tenía problemas de ningún tipo puesto que ya no tenía la infección en el catéter y eso ayudaba a que me sintiera bien, con ello ni me daban malestares o dolores en mi cuerpo.

En el transcurso del tiempo nos intentamos de informar de algún nefrólogo que pudiera atender mi caso, en el cual mi papá comentando lo que me había sucedido con uno de sus amigos de una farmacia, quien nos brindó el número y dirección del consultorio médico de un nefrólogo de Guadalajara con el nombre de Dr. Librado de la Torre, quien es sobrino del amigo de mi papá. De inmediato se le habló para la realización de una cita.

Al estar con el Dr. Librado, le presentamos mi caso, observó los estudios previos que tenia de la primera operación y de los resultados hechos de análisis de hemodiálisis elaborados un día antes de la cita, el Dr. Librado nos dio las opciones que habían para mi caso y nos habló claro de todo lo que conllevaba mi operación y sobre quién sería el donador, a lo que mi papá respondió que él quería  ver si era apto para donármelo puesto que ya lo había descartado el otro doctor, por lo que se decidió que primeramente se analizaría  mi caso y lo platicaría con el equipo de trabajo de la cirugía y al tener una respuesta me hablarían. A la semana me habló el Dr. Librado en el que nos tendríamos que hacer los estudios puesto que si me podrían operar, en el que se realizaron y se concluyó que mi papá si era compatible conmigo además de que estaba en perfectas condiciones para ser el donador.

El Dr. Juan Luis Contreras junto con el Dr. Librado de la Torre, nos fueron explicando lo que era mi caso y cómo sería mi operación; asimismo me dijeron que hablarían cuando hubiera lugar en el quirófano para llevar a cabo la operación a la siguiente semana. El día martes me hablan que había lugar el jueves o viernes de la misma semana, en el que se me sugirió que lo pensara y platicara con mi familia a lo cual concluimos en operarme el viernes 4 de Septiembre del 2015.

Se le habló al Dr. Librado en donde de inmediato nos brindó las indicaciones correspondientes a lo que se tenía que hacer para trasplantarme el riñón. El 3 de septiembre del 2015, se llegamos al hospital “Puerta de Hierro Sur” en el que se me dieron indicaciones de lo que se tenía durante la preparación para el trasplante de riñón, puesto que era la primera que se operaría a primera hora. Cabe señalar que yo estaba muy nerviosa pero confiaba en el Dr. Librado al haber explicado todo el proceso que se haría. El día 4 de septiembre del 2015 se llevó a cabo mi operación el cual fue todo un éxito.

Al estar en terapia intensiva,  cuando recuperé el sentido, me sentía muy bien, un poco adolorida pero todo normal. Se me tuvo en observación y chequeo en todo momento en cuanto a mis avances, con ayuda de los enfermeros quienes tenían todo el día a mi disponibilidad por alguna molestia e indicaciones de medicamento a tomar. El día que se me dio de alta fue muy satisfactorio para mí, ya que padecía aburrimiento al estar en un cuarto solo, con pocas visitas por tratarse de una operación solamente con mi enfermero. Cabe enfatizar que de ahí en adelante, he tenido chequeo médico con el Dr. Librado en cada cita correspondiente dependiendo del mejoramiento y aceptación del injerto en mi cuerpo en el que cada vez me he sentido muy bien.

Alejandro Martin
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