Cuidados que debes tener de tu fístula para hemodiálisis

Por septiembre 17, 2018Dialicare, Hemodiálisis, Nefrología

La fístula arteriovenosa es una unión directa de una vena y una arteria que se realiza quirúrgicamente para crear un acceso que permita el flujo de sangre para el tratamiento de hemodiálisis. Las ventajas de la fístula es su duración a largo plazo y menor incidencia de infecciones.

Cuidados previos a la realización.

  • Una vez seleccionada la extremidad y sitio de realización de la fístula por parte del médico especialista, se le pedirá al paciente que previo a la cirugía no permita que se le realicen punciones (toma de laboratoriales, canalizaciones, entre otros), no tomar la presión arterial, ni utilizar ropa o accesorios (relojes o pulseras apretados) que afecten la circulación en la extremidad.

Cuidados inmediatos después de la cirugía.

  • No retirar el apósito y deberá permanecer seco durante 48 horas.
  • Mantener su extremidad elevada y no doblarla para evitar dañar la fístula.
  • Una vez que se retire el apósito realizar aseo con agua y jabón, secarlo adecuadamente.
  • Evitar ejercicios bruscos y no levantar objetos pesados.

Cuidados diarios:

  • En ningún momento permitir  punciones en la extremidad de la fístula (toma de laboratoriales o colocar vía intravenosa) o tomar la presión arterial.
  • Evitar vendajes compresivos.
  • No dormir sobre la extremidad, ni portar ropa o accesorios ajustados.
  • Lavarse las manos antes de tocar el acceso.
  • Revisar el pulso también llamado “frémito” o “thrill” todos los días (es la vibración que se percibe al colocar su mano sobre la fístula).
  • Cuidarse de no recibir ningún golpe y/o cortar su fístula.
  • Recuerda que el uso de la fístula es exclusivo para el tratamiento de hemodiálisis.

ignos de infección como dolor, sensibilidad, variación de temperatura o algún tipo de secreción, así como si se detecta disminución en el pulso.

¿Cuándo acudir con el médico o al servicio de urgencias?

  • Cambio en la coloración de la extremidad.
  • Signos de infección, como dolor, sensibilidad o fiebre.
  • Si hay secreción.
  • Si se detecta disminución en el pulso de la fístula.

 

Recuerda que cuidarte es tu responsabilidad, sigue las indicaciones de tu médico tratante y del personal de enfermería. 

 

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